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jueves, 20 de noviembre de 2008

El puzzle de nunca acabar


El fenómeno Saw se ha convertido en una de las patrañas cinematográficas más grandes de la historia. James Wan y Darren Lynn Bousman pasan el relevo a David Hackl, director de esta quinta entrega, que se convierte en la pieza anual de un puzzle interminable.

Cuatro años han pasado desde el estreno de la primera parte de Saw (a secas), un thriller de terror que dio mucho que hablar y alrededor del cual se ha creado un fenómeno del copón, le pese a quien le pese. Saw marcó un antes y un después en el género de terror por lo innovador de su planteamiento logrando atrapar al espectador, principal víctima las macabras trampas de su verdugo, para dejarlo totalmente absorto y acabarlo de rematar con un giro final digno de ser recordado y alabado a partes iguales. James Wan fue el encargado de confeccionar las primeras trampas del absurdo laberinto que es el universo Saw, con el único objetivo de exprimir una trama tan complicada como ocurrente. Wan se sacó de la manga a Puzzle (John para su padre y su madre), un buen hombre enfermo de cáncer al que un tumor cerebral le había hecho perder cualquier ápice de humanidad, hasta el punto de convertirlo en el "asesino" más despiadado del panorama psychokillero actual. Pero el estilo de John no se acerca del de Patrick Bateman, ni siquiera es un intento por imitar el estilo de Ted Bundy. Puzzle ponía en manos de sus víctimas la posibilidad de sobrevivir a sus macabras trampas, eximiéndose así de toda culpa y otorgándoles esa segunda oportunidad que él nunca podría tener. Seguramente su frase favorita suena a algo así como " a mi, que me registren".
Tras el gran éxito de Saw, Darren Lynn Bousman ( Repo! The Genetic Opera, Saw II, Saw III y Saw IV) tomó el relevo de Wan y se metió de lleno en una secuela de la cual corrían rumores sobre una posible trilogía antes de terminar el rodaje de la misma. Claro, con una recaudación de 55.000.000 millones de dólares teníamos trampitas para rato. La segunda parte dio pie a una tercera y así sucesivamente, hasta terminar en una cuarta en la que Puzzle, aún después de muerto y con el cerebro encima de una báscula, sigue apareciendo mediante flashbacks, que en lugar de aclarar el lío mental del espectador le desorienta de tal manera que no sabe por qué parte va. Amanda, secundaria regulera de las tres primeras partes de la saga, tomó el relevo de Puzzle y con su rollito emo autodestructivo y su amor incondicional por el calvo enfermo, siguió los pasos de su mentor, para cargarle el muerto (y nunca mejor dicho) en la tercera parte al inspector Hoffman, quien obligado a seguir de pe a pa las reglas del juego, no tiene más remedio que continuar con el legado para salvar su propia vida. Con tanto ir y venir de asesinos y víctimas, el nivel de los actores empezó a flaquear, se convirtieron en simples ratones de laboratorio, no tenían papeles de peso en la historia y sus actuaciones eran tan patéticas como la de las vidas de los personajes a los que interpretaban. Si la incursión de nuevos personajes se les fue de las manos a los múltiples directores que han tenido la posibilidad de meter baza en el proyecto, las trampas ideadas por los guionistas pasaron de ser absolutamente brillantes en Saw II a estúpidas en Saw III, rozando el gore en Saw IV y simplemente correctas en la quinta parte. Uno de los principales reclamos de todo este tinglado estaba empezando a hacer aguas y cada vez era más complicado encontrar engéndros mecánicos originales para hacer explotar cráneos, amputar brazos o cortar el cuerpo humano en dos cientos pedazos.
Afortunadamente Saw V no es la mierda de película que esperaba encontrarme tras averiguar que David Hackl, productor de Repo! The Genetic Opera y Saw II, era el director de esta nueva entrega. Y es que no hay nada como ser amigo del sr. Lynn Bousman cuando no tienes donde caerte muerto. Recuerdo los momentos increíbles que pasé viendo la primera parte de Saw totalmente enganchada a la butaca y comiéndome los muñones, para terminar estallando en un aplauso brutal con media sala levantada haciendo exactamente lo mismo. Corría por aquel entonces la 37 edición del Festival de Sitges. Los que desde ese momento nos convertimos en seguidores del demente canceroso de las trampas más malo que el tumor de su cabeza, demandábamos a gritos una segunda parte, y a su vez una tercera que colmase la trilogía, pero no esperábamos que la cosa se le fuese de las manos a Lionsgate y Twisted Pictures, al haber encontrado en Saw la gallina de los huevos de oro. Uno de los méritos de ambas productoras ha sido apostar por un producto que tenía salida a largo plazo y que ofrecía al público unas garantías y un compromiso que los verdaderos fans agradecemos. Desde la segunda entrega de Saw, tanto sus directores como ambas productoras se han comprometido en hacernos llegar todas y cada una de las secuelas de forma regular, una por año y siempre coincidiendo con la festividad de Halloween. A muchos les puede parecer una gilipollez descomunal pero personalmente valoro este tipo de iniciativas, y si sé que año tras año estos señores me van a suministrar la dosis que necesito ya pueden invertarse trampitas hasta el 2020. Yo firmo hoy mismo por sacar los trapos sucios de la adolescencia traumatizada de John y sus inicios como psychokiller clavándole alfileres a su hamster mientras hace un muñeco con triciclo de papel maché.

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