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sábado, 8 de marzo de 2008

Vampiros en el ártico

30 días de oscuridad (2008)

30 días de oscuridad era una de las películas más esperadas por los fans del cine de vampiros devoradores de cómics, que arraso en Estados Unidos las semanas posteriores a su estreno. Obviamente los seguidores del genero sabrán que 30 días de oscuridad es la adaptación del cómic 30 días de noche, la novela gráfica de Steve Niles y Ben Templesmith, que cuenta la historia de un pequeño pueblo de Alaska que todos los inviernos pasa treinta días en la más absoluta oscuridad debido a un fenómeno climático. Esto no sería nada del otro mundo si no coincidiera el comienzo del mes oscuro con la llegada de un grupo de vampiros ávidos de sangre predispuestos a masacrar a todo el que se cruce en su camino. A todo esto, una pareja de sheriffs será la encargada de plantarles cara haciéndose los héroes y protegiendo a los pocos que sobrevivirán al paso de los vampiros.
Lo único bueno de la adaptación cinematográfica es su puntual fidelidad al cómic en cuanto a estética y recreación de los personajes se refiere, aunque hay ciertos cambios como la situación sentimental de los protagonistas, entre otras cosas que no contaré para que leáis el cómic por que realmente merece la pena. 30 días de oscuridad se convierte en una mezcla entre La cosa de John Carpenter y La tormenta del siglo, aquel peñazo de película basada en una de las interminables nobelas Stephen King, el pobre escritor condenado a ver recreadas sus obras en pantalla con más pena que gloria. Pero volviendo a la película, lo interesante de la primera hora, con la presentación de los personajes y la aparición de los brutales vampiros caracterizados a la perfección como en el cómic, se torna en una ida y venida de los supervivientes que no tienen nada más que hacer que dar vueltas por el pueblo cuando saben que los chupasangres campan a sus anchas y que su sobrehumana constitución les permite comérselos a bocados en cualquier momento. Todo lo demás sobra. Lo que había hecho John Carpenter con su Vampiros se repite en un escenario diferente y con un Josh Hartnet que no le llega a James Woods ni a la suela del zapato. Almenos el tema de la sangre no conoce censura alguna en este filme y podemos disfrutar de bocados, hachazos y demás agresiones sangrientas a cascoporro.
Alguien debería haberle enseñado a David Slade que las adaptaciones de un cómic no se hacen cogiendo lo que más nos gusta y pasándonos todo lo demás por el forro. Que la historia esta ahí para algo y que los detalles, aunque sólo sean eso, muchas veces son imprescindibles. Saltarse a la torera estas cosillas tiene como consecuencia una desmejora del cómic en toda regla, y los que hayan leído todas las partes que conforman la trilogía sabrán de lo que estoy hablando, no es plan de spoilear pero la película carece del imprescindible dinamismo del cómic. Si 30 días de oscuridad ha costado la millonada que ha costado, eso tiene que reflejarse en la pantalla, pero ni siquiera eso es perceptible en las luchas o las explosiones (perdón, explosión) y como no se lo hayan gastado en nieve artificial será porque han montado un catering de puta madre.

En fin, que 30 días de oscuridad se puede ver, siempre y cuando se sepa de antemano que es un refrito de todas las películas de vampiros anteriores con un guión que hace aguas por todos lados y con un final inesperado, que si has leído el cómic te deja que ni fu ni fa, y si no lo has hecho, no se a que esperas. Si queréis pasar miedo de verdad “30 dias de noche”, "Días oscuros" y "Retorno a Barrow", es lo que estáis buscando, por que desgraciadamente la maravilla que se hizo con Sin City está condenada a no repetirse.

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