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lunes, 10 de marzo de 2008

La pistola de la discordia


La prueba del crimen (2006)

Una memorable escena de tiros en que la cámara sigue el recorrido de la bala, los movimientos se aceleran y los objetos quedan suspendidos en el aire, abre los 122 minutos de duración de La prueba del crimen, una película de acción en la que todo transcurre a base de movimientos de cámara, flashbacks y muchas balas. Un revólver que ha sido usado oras antes para asesinar a unos policías corruptos, cae en manos de Oleg, un niño ruso que dispara a su padre con ese mismo revólver. Entre tanto tiro ya tenemos el lío montado: todos quieren encontrar la prueba del crimen.
Con una sólida puesta en escena pero con un guión cogido con pinzas por sus constantes giros inverosímiles, La prueba del crimen (traducción literal de Running Scared, como podéis ver), tiene todo lo que le faltaba a Crank una de las mejores películas de acción del pasado año, si es que le faltaba algo. Ambas coinciden en utilizar una ambientación digna del conocido videojuego Grand theft auto que tiene la virtud de contar con los elementos indispensables de toda película yanki de estilo “tarantiniano”: putas, chulos, asesinos, polis corruptos, bares de striptease, camellos, mafiosos, chicanos y un largo etcétera de personajes con la adrenalina por las nubes dispuestos a pegarle un tiro al primero que se cruce por su camino.Con una más que evidente influencia del cine de Tony Scott (desde El último boy Scout a Domino), el director de esta cinta, Wayne Kramer, desarrolla la historia con un original ritmo non-stop, consiguiendo que el guaperas de Paul Walker supere su papel de héroe-villano de forma más que aceptable, y que Karel Roden interprete a la perfección a un ruso enfermizo fan de John Wayne con resaca. Ambos se hacen acompañar por el característico Chazz Palminteri, que desde el primer momento en que el espectador se cruza con él ya sabe que no es agua clara, y Vera Farmiga, actriz de televisión que nos muestra sus cualidades de cintura para abajo y que borda a la perfección un papel clave que pasa a convertirse en protagonista en uno de los momentos de mayor tensión de la película. Y es que Kramer inserta en medio de esta montaña rusa una pequeña historia protagonizada por un matrimonio de desviados psicópatas que se dedican a raptar a niños para torturarlos en una idílica sala de juegos que recuerda a la fábrica de chocolate de Willy Wonka. Esta secuencia cuenta con uno de los detalles que más me llamaron la atención: el momento en que Oleg está encerrado en el baño y vemos como las sombras del matrimonio que espera fuera se difuminan a través de un cristal tomando la forma del mismísimo Nosferatu.
Tal vez lo mejor de esta película , dejando al margen la tremendísima escena de la pista de hielo con clímax incluido, sea su falsa moraleja, que va de la mano de unos títulos de crédito finales preciosos que nos muestran el viaje del niño protagonista través de un mundo de pesadilla en el cual aparecen todos los personajes que han desfilado por el film caracterizados como seres monstruosos. Nada más alejado de la realidad.

La prueba del crimen destaca por ser un desfile constante de palabras malsonantes que acaban por arrancarte una carcajada, una sucesión de “putos tiros” y “putas pistolas” capaz de batir el record superado por cualquier película de Guy Ricthie, otro de los directores conscientes de que el thriller posmoderno está de moda y de que los planos imposibles son cosa de niños.

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